sábado, 4 de enero de 2014

Guerreros clásicos (III). Los Caballeros Feudales.


 Los niños destinados a convertirse en caballeros aprendían a leer y escribir a partir de los 7 años, lo que constituía una rareza y un gran privilegio en la analfabeta Europa Medieval. Paralelamente se les enseñaba a cabalgar, luchar y comportarse según el código caballeresco, y también se les educaba religiosamente. 

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Recibían un tratamiento social admirable; sólo los caballeros podían entrar armados en la Iglesia. En tiempos de paz y fiestas religiosas cumplían funciones ceremoniales.

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Tras la larga instrucción, a los 21 años les llegaba el gran día; el nombramiento de caballero, un estado reservado a la nobleza. Es indudable que su infancia y juventud resultaban duras, ppero no tanto como las de un campesino: los aspirantes a la Orden de la Caballería o escuderos estaban bien alimentados, vivían en castillos e incluso podían comprar terrenos y soldados para defenderlos. 

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Con los derechos venían aparejadas las obligaciones: con los demás cristianos (debían defender a los compañeros de armas, a los pobres y los indefensos); con Dios (la única figura superior a su señor feudal o rey); y con las mujeres: el culto a la Virgen María iba ganando fuerza y el concepto del amor cortés nació en el siglo XI en Francia, lo que cambió las relaciones con las damas de alcurnia, que pasaron a ser vistas como doncellas puras y merecedoras de todas las cortesías.

De la espada de madera a la lanza férrea.

Tras 14 años de instrucción, el paje se convertía al fin en caballero.

Paje


Enviado por la familia a los 7 años, el niño pasaba a vivir en el castillo, donde monjes y religiosos le enseñaban religión y los rudimentos de la escritura y la lectura. El resto de su vida consistía en el trabajo físico, montar a caballo, luchar con armas de madera...

Escudero


Al cumplir los 14 años, el muchacho empezaba a asistir al caballero en tareas como ayudarlo a ponerse la pesada armadura y vigilar a su familia. En las batallas, el escudero cargaba con las armas de su superior y lo socorría siempre que resultaba necesario.

Caballero


El día más importante de su existencia le llegaba a los 21 años. El aprendiz que había participado en varias batallas y mostrado valor recibía el título de Caballero en una ceremonia cargada de simbolismo. Con los años y si sobrevivía, adiestraba a otros escuderos.